
En escena.
El público se divide en tres grupos: extranjeros curiosos, chinos jóvenes o de mediana edad a los que les divierte pasar un rato allí y que ven el show justamente como un espectáculo, y chinos de cierta edad –sobre todo mujeres– que vivieron en tiempos de Mao y que hoy viven el show con una intensidad admirable. Algunas hasta suben a compartir el escenario con los actores, y luego de terminada la función toman por asalto las tablas e improvisan un coro con –más– canciones rojas.
El menú tiene una gran variedad de platos chinos, pero aquí rebautizados con nombres alusivos a los personajes y sucesos de la época maoista.
El menú tiene una gran variedad de platos chinos, pero aquí rebautizados con nombres alusivos a los personajes y sucesos de la época maoista.
Panorámica del sitio.
Murales alusivos.
Esta cena-show es una muestra clara de lo que quedó de socialismo en China: un puñado de nostálgicos con sus canciones y sus convicciones, mezclados en una masa de gente para la que agitar un banderín rojo es una diversión más de sábado a la noche.
muy interesante
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