domingo, 16 de enero de 2011

Rumbo al Año Nuevo

El martes (11 de enero) se celebró en China la fiesta de Laba, que anuncia la proximidad del Año Nuevo. Esta celebración, iniciada durante la dinastía Song (960-1279), llega siempre en el octavo día del doceavo mes del calendario lunar chino (La= mes 12, Ba= ocho), exactamente tres semanas antes del nuevo año.
Es tradición en esta fecha consumir el Laba Zhou, un porridge cocido con nueces o maní chino y frutas secas, algo dulce y muy sabroso. El zhou (o porridge, o congee, o kanji en hindi) es un plato a base de arroz cocido con abundante agua, básicamente neutro, que según lo que se le añada puede ser salado o dulce (algo así como nuestro Quaker), y suele consumirse en el desayuno en muchos países asiáticos.
En este caso, el Laba Zhou, por su agregado de nueces, frutas y cereales, simboliza los deseos de buena fortuna y cosechas abundantes en el año venidero.
Todos los restaurantes los sirven en esta fecha, y hasta se puede consumir gratuitamente en templos budistas de toda la China. (A nosotros nos tocó hacerlo en un restaurante porque a su vez estábamos celebrando el cumpleaños de uno de mis asistentes de cocina.)

 Laba Zhou

Y así comienza el camino hacia el Año Nuevo chino, que tiene otra parada importante una semana antes del mismo: el Xiao Nian (o “pequeño año”), fiesta en la que las familias limpian profundamente las casas para sacar lo que queda del año viejo, cuelgan imágenes de parejas de la buena fortuna y rinden culto a Zao Shen, el “dios de la cocina” (literalmente, ya que Zao es la palabra que denomina a la antigua cocina a leña, como nuestras cocinas de campo). Zao Shen es una divinidad aparentemente menor dentro del Olimpo tradicional chino, pero de capital importancia para las creencias de prosperidad y fortuna familiar.
Hay muchas versiones sobre el origen de Zao Shen, pero la más popular (que data del siglo 2 a.C.), cuenta que este dios era originalmente un simple mortal cuyo nombre terrenal era Zhang Lang. Casado con una mujer virtuosa, un día Zhang Lang se enamoró repentinamente de una mujer más joven, abandonando a su esposa. Por su adulterio, los dioses lo castigaron con la ceguera, la pobreza y el abandono por parte de esa joven. Un día, mendigando por las calles, Zhang Lang se cruzó con su esposa original, pero su ceguera no le permitió reconocerla. A pesar de haberla abandonado, la mujer se apiadó de él, lo invitó a su casa y le cocinó una cena extraordinaria. Durante la comida, él comenzó a relatarle su historia, y a medida que avanzaba el arrepentimiento se fue apoderando de él, terminando en llanto y pedidos de perdón. Al escuchar esto, la mujer le dijo que abriera los ojos, y al hacerlo, Zhang Lang recuperó la vista. Viendo que esa mujer era aquella esposa que él había abandonado, Zhang sintió tanta vergüenza que se arrojó a las llamas de la cocina. La mujer trató de salvarlo, pero sólo pudo arrancar a las llamas una de sus piernas. Gracias a la piedad de los dioses, el alma del suicida Zhang Lang no quedó vagando en la eternidad sino que ascendió a los cielos y así fue nombrado dios de la cocina.
Desde entonces, ya denominado Zao Shen, este dios es el encargado de llevar al Emperador de Jade (el rey de los cielos) el informe sobre el comportamiento de todas las familias de la tierra durante el año transcurrido, y según este informe el Emperador premia o castiga a cada familia. Y es justamente el día 23 del mes 12 (una semana antes del año nuevo) cuando este informe es entregado, y cuando en la Tierra se rinde culto al dios de la cocina. Para ello, las familias limpian hasta dejar impecables la cocina y todos sus utensilios, hacen ofrendas de comida, encienden velas e inciensos y untan con miel la efigie del dios para que endulce sus palabras ante el Emperador de Jade.
En la China tradicional (como en casi todas las culturas), la vida se organiza alrededor de la cocina, que al principio habrá sido sólo fogón y luego devino cocina de barro y más tarde de hierro. Cada familia posee su cocina (aunque vivan en ambientes comunes), y cada cocina posee su alma, que se transmite de generación en generación: el primogénito hereda el artefacto al morir el padre, pero las cenizas que quedan dentro de la cocina son repartidas entre todos los hijos para que el alma de la misma ocupe sus nuevos fogones. Y esas cocinas siempre están acompañadas por una imagen de Zao Shen.

 Zao Shen, el dios de la cocina


Pasado el “pequeño año”, llega finalmente el Año Nuevo chino, que en este 2011 se celebrará a las cero horas del 3 de febrero, con la luna nueva. Allí las familias se juntan en sus casas, cocinan y comen jiaozi (dumplings o raviolitos de diversos rellenos) y detonan todos los fuegos artificiales que sus presupuestos puedan adquirir.

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