miércoles, 5 de enero de 2011

Happy together


El 10 de diciembre, tras tres largos y distantes meses, finalmente Sofía llegó a Beijing. Fue un día frío y ventoso, que obligó a cancelar muchos vuelos en el aeropuerto de la capital china, pero afortunadamente el avión de Delta proveniente de Seattle pudo aterrizar, trayendo sana y salva a mi señora esposa. La espera se hizo más larga por la gripe que me castigaba (fui al aeropuerto con casi 38 grados de fiebre) y porque la entrega del equipaje demoró su salida. Pero finalmente apareció,  sonriente y feliz, empujando su carrito con sobrepeso y vistiendo sus nuevas botas para el frío adquiridas en Nueva York.
Al día siguiente de su llegada, Sofía se asomó a la ventana de la cocina para ver qué había al exterior de nuestro departamento, y al ver pasar a una persona exclamó sorprendida: “¡Uy mira, un chino!”… no sé si era el efecto del jet lag o si no sabía realmente en dónde había aterrizado la noche anterior, porque estando en Beijing, ciudad de 25 millones de habitantes y capital de un país llamado China, con más de 1.400 millones de habitantes llamados chinos, lo menos sorprendente es que por la ventana uno vea caminando a un… chino. En fin.
Pocos días después celebramos nuestro aniversario con una deliciosa cena en el restaurante Private Kitchen 44, ubicado en un hutong (típica callecita antigua de Beijing), en una casa tradicional con patio y diversos ambientes, cuadros de Mao y diarios de su época, muebles sencillos pero casi de colección, y una comida suculenta. Más chino imposible.


 Sofía (casi una local), en el restaurante donde festejamos nuestro aniversario.

Jean-Paul Belmondo en el mismo restaurante, en 1966.

 Nuestra cena de aniversario.

Hemos paseado también, no mucho porque el invierno es duro y caminar no es lo más placentero del mundo cuando soplan vientos con temperaturas bajo cero. Pero sí hemos estado en algunos mercados, en la zona del Hou Hai (un lago rodeado de bares, restaurantes, etc.), y en otros lugares de la ciudad. Las grandes caminatas y las visitas a lugares al aire libre deberán esperar a la primavera.
También nos tocó festejar nuestra primera Navidad y nuestro primer Año Nuevo en oriente. Sabido es que la Navidad no se festeja en China conmemorando la llegada al mundo de Jesucristo, sino que es una gran excusa para acentuar el consumismo actual de esta sociedad (bueno, en occidente no es muy distinto, ¿o acaso todos ustedes festejaron realmente la Natividad?). Y menos aún el año nuevo: fue un día como cualquier otro, los chinos no salieron de sus casas ni se juntaron a brindar. Ellos tendrán su celebración en febrero, cuando finalice este año del Tigre y comience el año del Conejo.
 
 Nochebuena en Beijing

Más o menos así han transcurrido estas primeras semanas juntos. Pasando el invierno de a dos, para que el frío no se note. Felices juntos.

4 comentarios:

  1. groso, acá nos ahogamos de calor.
    che es mandable un bloque de té esos que comentabas en el otro post?
    gotta try that.
    Un beso

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  2. Chicos Feliz año!!! El blog esta genial....

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