Es sabido que en la antigüedad muchas culturas se consideraron el centro de la Tierra: Cusco era el ombligo del mundo incaico, por la misma parte del cuerpo los romanos ubicaron a su ciudad eterna (Umbilicus urbis Romae), cuando el planeta se supo redondo los europeos ubicaron el meridiano en París y más tarde en Greenwich, mientras que los antiguos chinos bautizaron a su tierra como “país del centro” (Zhong Guo, 中国), nombre que aún hoy persiste. El nombre occidental de China no tiene un origen claro, algunos dicen que proviene de la dinastía Qin (que se pronuncia más o menos “chin”), pero no hay acuerdo sobre eso.
Lo cierto es que China, para los chinos, es el País del Centro, desde el cual se irradia el resto del mundo. Y “centro” (zhong, 中) es un concepto que aparentemente agrada a los chinos: tienen un fuerte gobierno central, tienen centros para todo (comerciales, básicamente), el cuerpo humano tiene su centro energético y sus meridianos, y la propia ciudad de Beijing fue concebida y construida con un centro geográfico y político (la Ciudad Prohibida y la Plaza Tian’anmen) desde donde se extiende la cuadrícula urbana hacia los cuatro puntos cardinales.
Y tan arraigada está la idea de ser el centro del mundo, que hasta los planisferios están organizados de esa manera: China en el medio, América en un extremo y Europa en el otro (o sea, el límite externo del planisferio no es el Pacífico sino el Atlántico, los americanos estamos al extremo oriente y los europeos en el far west).
Para mi gusto, Sudamérica en los planisferios chinos está un poco deformada, alargada, pero qué le vamos a hacer, parece que siempre seremos periferia, aunque hagan los mapas al revés...
Lo importante es haber descubierto finalmente cómo se ve el mundo con ojos rasgados.
Lo cierto es que China, para los chinos, es el País del Centro, desde el cual se irradia el resto del mundo. Y “centro” (zhong, 中) es un concepto que aparentemente agrada a los chinos: tienen un fuerte gobierno central, tienen centros para todo (comerciales, básicamente), el cuerpo humano tiene su centro energético y sus meridianos, y la propia ciudad de Beijing fue concebida y construida con un centro geográfico y político (la Ciudad Prohibida y la Plaza Tian’anmen) desde donde se extiende la cuadrícula urbana hacia los cuatro puntos cardinales.
Y tan arraigada está la idea de ser el centro del mundo, que hasta los planisferios están organizados de esa manera: China en el medio, América en un extremo y Europa en el otro (o sea, el límite externo del planisferio no es el Pacífico sino el Atlántico, los americanos estamos al extremo oriente y los europeos en el far west).
Para mi gusto, Sudamérica en los planisferios chinos está un poco deformada, alargada, pero qué le vamos a hacer, parece que siempre seremos periferia, aunque hagan los mapas al revés...
Lo importante es haber descubierto finalmente cómo se ve el mundo con ojos rasgados.
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