sábado, 13 de noviembre de 2010

Otoño

 
Siempre fue mi estación favorita. Estable, soleado, seco (al contrario de la primavera: húmeda, indecisa, molestamente impredecible), el otoño tiene lo mejor que el clima puede ofrecer: cielos azules, temperaturas templadas durante el día y refrescantes durante la noche, y vientos que anticipan el invierno pero que todavía no llegan a enfriar del todo. Y además, la posbilidad de vestir de manera elegante y sin incomodidades.
He escuchado y ya constatado que en otoño Beijing da lo mejor de sí (el invierno es demasiado frío, la primavera demasiado húmeda, el verano demasiado caluroso). Esta ciudad que afortunada e inesperadamente se muestra bien poblada de árboles, toma en esta época del año los más impresionantes colores previos a la defoliación. Los verdes se convierten en intensos rojos, amarillos, ámbar, dorado, que son tan efímeros como hermosos, durando sólo un par de semanas.
Casi en las afueras de la ciudad hay un lugar famoso por sus colores otoñales, el parque Xiangshan. Pero no es el único: los enormes jardines de la Universidad de Pekín y los innumerables parques dentro de la ciudad son también puntos donde pueden verse arces, sauces y otros árboles vestir también sus prendas más elegantes.

 Jardines de la Universidad de Pekín

 Parque Xiangshan


Universidad de Pekín


Lamentablemente el otoño ya se está desvaneciendo, y junto con las hojas caídas están llegando el frío, los vientos fuertes y arenosos de Mongolia y Siberia... y la calefacción, que como casi todo en China, también es central.

1 comentario: