En Argentina lo comemos casi siempre relleno de dulce de leche (obvio), pero tenemos nuestras versiones con otros rellenos dulces y también salados. ¿Quién no tuvo en su buffet frío navideño en más de una ocasión un pionono relleno de lechuga, tomate, jamón, queso, mayonesa, aceitunas, atún, pollo, etcétera, etcétera? Lo que se dice un clásico.
Todos suponemos, con razón, que su nombre se debe al Papa Pío IX (1792-1878), pero lo que no sabemos es por qué este suave bizcocho arrollado lleva su nombre: parece que las pasteleras de un convento de Santa Fe en Granada, España, bautizaron así a un dulce que crearon con forma de tiara papal, con una base de arrollado y una cubierta de azúcar.
Nosotros lo transformamos a nuestro gusto y forma, y hoy se puede encontrar en cualquier panadería de Buenos Aires y del interior también.
¿A qué viene todo este... rollo? El otro día me encargaron un servicio de catering de pastelería salada y dulce, es decir, bocaditos, para un evento de 150 personas. Y en el menú salado, por ahorrarme tiempo y cabeza, entre tarteletas de queso crema y hierbas, croissants salados y demás, puse un pionono de atún. Grande fue mi sorpresa al ver que nadie sabía lo que era eso. Estoy en China, lo sé, pero ni siquiera los europeos que también fueron comensales del evento, sabían de qué se trataba. Así fue que descubrí que algo tan simple y cotidiano como el pionono es un valioso integrante del patrimonio culinario sudamericano. Y que es una novedad para chinos y para europeos. Y no sólo novedad, sino un éxito rotundo. Sí, el pionono de atún causó furor en Pekín y ya tuve nuevos pedidos específicamente de eso.
China no deja de sorprenderme.
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