La semana del Año Nuevo chino pasó con un clima bastante benévolo, días muy soleados, sin viento, y con temperaturas sobre cero bien agradables... a pesar de los pronósticos de los lugareños, que vaticinaban un febrero más frío todavía que diciembre y enero, todo parecía indicar que el invierno estaba aflojando y dando paso a la primavera. Un invierno atípico además, porque no había caído ni un copo de nieve. Pero ayer el cielo se puso gris y la temperatura bajó bastante. Y hoy por la mañana, cuando estaba en la cocina haciendo mi desayuno (habiéndome levantado, bañado, cambiado, sin mirar hacia afuera), veo que el auto estacionado junto a la ventana estaba todo cubierto de blanco. Enfoqué mejor y vi que sí, efectivamente, estaba nevando, y aparentemente desde hacía unas cuantas horas, porque todo estaba ya blanquísimo.
De la mano del conejo llegó la nieve, tardía, tal vez aislada (dicen que no nevará mucho más en lo que queda del invierno), pero segura.
El patio interno de mi edificio, esta mañana.
El parque Yuan Dadu, a la espalda de mi pastelería.
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