domingo, 20 de marzo de 2011

Sal

Hace un par de días me sorprendió el comentario de nuestro amigo chino Marco: "En mi pueblo (la región del Dongbei, el noreste de China) no hay más sal. Mis amigos me piden que les mande bolsas de sal desde Beijing". A lo que parecía un comentario alucinado, agregó De Long, uno de mis asistentes en la pastelería y encargado de las compras: "Tampoco en Beijing hay sal". 
"¿Qué?–dije yo–, no puede ser. ¿Cómo no va a haber sal?". Por supuesto que ninguno de los dos supo explicarme el porqué (averiguar el porqué de algo es tarea harto difícil en China), pero pude comprobar el hecho cuando, algo desesperado, salí del trabajo y me dirigí a todos los mercaditos de la zona en busca del preciado cloruro de sodio. Nada. Ni una bolsita. Ni un grano. "Mei you yan", no hay sal, era la frase del día.
Aparentemente hubo una razón: a partir de la crisis nuclear en Japón, corrió la noticia de que la gente debía consumir altas cantidades de yodo para evitar la radiación. Bueno, la sal de mesa tiene yodo, por eso miles y miles de chinos salieron raudamente a comprar... sal, pensando tal vez que aumentando su ingesta podrían incorporar el yodo necesario para contrarrestar el efecto Fukushima. Nada más absurdo, por cierto. Lo que sí habrán incorporado es bastante sodio, lo suficiente como para no morir de radiación sino de hipertensión...
A la estupidez colectiva se sumó el rumor de que la sal proveniente de salinas del Mar de China podría estar contaminada por la radiación, por lo que la Corporación Nacional de la Sal de China retuvo el suministro por varios días, agravando la escasez. Finalmente la misma corporación comprobó que su sal estaba intacta y que podría volver a los mercados.
Fue tal la desesperación de la gente ante la escasez, que algunos que llegaron a pagar 100 yuanes (unos 15 dólares) por una bolsita de 250g, cuando el precio normal por esa cantidad es de 1 yuan.
Pasó casi una semana de esto, las existencias de sal en mi casa y en mi trabajo eran suficientes para esperar a que pasara la crisis, pero la verdad es que todavía no he comprobado si la situación se ha normalizado. De no ser así, comeremos la comida sosa o volveremos, como los antiguos romanos, a recibir nuestro humilde salario.

sábado, 12 de marzo de 2011

Nostalgia roja

Escondido en una zona algo inhóspita del sur de Beijing, entre terrenos aparentemente vacíos, fábricas y algo que parece ser un complejo de viviendas del ejército, se encuentra el restaurant temático Hong Se Jing Dian Zhu Ti Can Ting (!). Un galpón transformado en un enorme comedor decorado con incontables piezas de memorabilia comunista, donde meseros y meseras vestidos de campesinos, de voluntarios del PC y de oficiales del Ejército de Liberación Popular de a ratos cumplen su tarea de servir las mesas y de a ratos se suben a un escenario –en cuyo fondo una enorme tela con la efigie de Mao Ze Dong contemplando a su pueblo trabajador aparece como único elemento escenográfico– para interpretar números de canto y baile. Canciones que fueron famosas en la época de Mao, canciones de propaganda, de culto al líder, de reivindicación campesina, de revoluciones culturales y de maravillosos planes quinquenales. Canciones que otrora fueran materia obligatoria en escuelas o fábricas, hoy son parte de un repertorio de cena-show, donde el público también participa vivando y coreando y agitando unos banderines rojos que los meseros-actores reparten al comienzo de la velada.


 En escena.

El público se divide en tres grupos: extranjeros curiosos, chinos jóvenes o de mediana edad a los que les divierte pasar un rato allí y que ven el show justamente como un espectáculo, y chinos de cierta edad –sobre todo mujeres– que vivieron en tiempos de Mao y que hoy viven el show con una intensidad admirable. Algunas hasta suben a compartir el escenario con los actores, y luego de terminada la función toman por asalto las tablas e improvisan un coro con ­–más– canciones rojas.
El menú tiene una gran variedad de platos chinos, pero aquí rebautizados con nombres alusivos a los personajes y sucesos de la época maoista.

 Panorámica del sitio.


Murales alusivos.

Esta cena-show es una muestra clara de lo que quedó de socialismo en China: un puñado de nostálgicos con sus canciones y sus convicciones, mezclados en una masa de gente para la que agitar un banderín rojo es una diversión más de sábado a la noche.





viernes, 11 de marzo de 2011

En clase


Desde hace un par de clases, mi maestro Li Ning está experimentando con un modernísimo sistema de enseñanza: ¡láminas!