lunes, 22 de agosto de 2011

Wo ai Beijing Tian’Anmen

Significa “Yo amo a la plaza Tian’Anmen de Beijing”, y es el título de una canción infantil escrita durante la Revolución Cultural y cantada durante esa época en todas las escuelas primarias.
Los chinos aman a su plaza, la que marca el centro geográfico y de poder de Beijing. De todas partes del país (y del mundo) llegan visitantes, miles por día, para contemplar el lugar que guarda gran parte de la historia china.

Plaza Tian'Anmen: Monumento a los Héroes del Pueblo y, al fondo, Museo Nacional de China.

La primera plaza fue construida en 1415 durante la dinastía Ming, y medía menos de un cuarto del espacio que ocupa hoy. Fue ampliada y reformada en 1651, durante la dinastía Qing, y más tarde sería escenario de luchas, manifestaciones, ocupaciones extranjeras, liberaciones. Frente a ella Mao Zedong declaró fundada la República Popular el 1º de julio de 1949, y a partir de allí se propuso amplirla aún más, para convertirla en la más grande y espectacular del mundo, con el objetivo de albergar a grandes masas de partidarios en los festejos de los 10 años de la fundación de la República Popular, en 1959. Otros acontecimientos poco felices han ocurrido en ella años después, pero de eso aquí no se habla. Tal vez por esos sucesos hoy la entrada a la plaza está fuertemente controlada: se ingresa por pasajes subterráneos con detectores de metales y escáners para bolsos, mochilas o carteras, y de noche se cierra por completo al público, siendo posible verla sólo desde las veredas aledañas. Además, es uno de los pocos lugares de Beijing donde uno ve policías y soldados regularmente.



Monumento temporario colocado durante julio de este año para conmemorar los 90 años del Partido Comunista Chino. Al fondo, la Puerta de Tian'Anmen.

El nombre de la plaza se lo da la Puerta de Tian’Anmen (Puerta de la Paz Celestial), que, ubicada al norte de la plaza, es la entrada al complejo de la Ciudad Prohibida.
Curiosamente, con sus inabarcables 440.000 m2 no es la plaza más grande del mundo sino la segunda (detrás de la del Imán Reza en Irán). Más allá de los récords, en Tian’Anmen uno siente básicamente una cosa: inmensidad. Uno ve llegar multitudes de visitantes por las calles laterales, pero al entrar a la plaza parecen perderse, no hay aglomeraciones, la distancia con el otro es siempre enorme. Su superficie perfectamente plana y la ausencia de árboles o fuentes hacen que las únicas dos construcciones emplazadas en ella (el Monumento a los Héroes del Pueblo y el Mausoleo de Mao), parezcan tan horizontales como la plaza misma. No existe la altura, hasta el cielo parece estar justo sobre las cabezas, a punto de desplomarse.
Tian’Anmen es la perfecta representación de la inmensidad china.


 Puerta de Tian'Anmen, de noche: Mao entre luces de neón.