sábado, 9 de octubre de 2010

Der Himmel über Beijing



Miércoles 15 de septiembre. Después de varios días de un sol asesino y bastante calor, la ciudad aparece cubierta de un gris intenso. El cielo sobre Beijing parece venirse abajo, pero sin los ángeles de Wenders. Efectivamente, comienza a llover. Una lluvia al estilo Buenos Aires, intensa, larga, que después de unas horas devino en estilo Lima: una llovizna apenas perceptible pero constante y molesta. Así estuvo todo el día siguiente y parte del subsiguiente.
Otra similitud de los días de lluvia pekineses con los porteños es el inmediato problema del tránsito: vivo mi primer verdadero atasco (por los que la ciudad es famosa), en una autopista bajo el agua. 

 

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