sábado, 9 de octubre de 2010

Luna de otoño

Miércoles 22 de septiembre. Cielo despejado y una luna llena brillante sobre Beijing. Las condiciones ideales para celebrar la noche de los mooncakes.
Finalmente hubo cambio de planes a último momento, y en lugar de cenar en casa familiar hemos comenzado la noche en un restaurant para degustar el huo guo, también llamado “olla mongola”, que consiste en un recipiente con agua hirviendo, puesto al centro de la mesa, que tiene una especie de caldera en el medio que mantiene el agua siempre caliente. Dentro de esta agua se introducen distintos tipos de carnes, vegetales, hongos y tofu, que se cocinan en pocos segundos y luego se llevan a la boca previamente aderezados con una deliciosa salsa a base de aceite de sésamo, pasta de maní chino, ajo
y cilantro.  

 El huo guo: a la derecha se ve el dispositivo con la caldera al centro y el agua hirviendo a su alrededor. Los rollitos que parecen jamón son carnes crudas (cordero, vaca, cerdo), los palitos amarillos de abajo a la izquierda son una variedad de hongos largos deliciosos, entre ellos el tofu con forma de tallarines anchos, más atrás nabos, otro tipo de tofu… y faltaban venir unoscuantos ingredientes más. Los seres humanos presentes en la foto: Valentina (la socia italiana dela pastelería), Yang (su marido) y el señor Li (padre de Yang).

Luego sí fuimos a degustar los famosos pastelillos (que aparentemente se comen sólo en esta fecha) a la casa de la familia Li. Como tenía el estómago todavía bien ocupado por el huo guo, decidí comer sólo un
mooncake. Me tocó uno relleno con pasta de frijol negro (algo parecido al frejol colado peruano), siempre con la yema en el centro. Muy dulce pero bastante rico, por cierto.
La familia anfitriona tuvo la deferencia de regalarme una caja con ocho mooncakes, para seguir engrosando mi ya más que incipiente barriga.

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